Alimentando lluvias, caracolas,
y órganos mi dolor sin instrumentos,
a las desalentadas amapolas
daré tu corazón por alimento.
Tanto dolor se agrupa en mi costado,
que por doler, me duele hasta el aliento.
Estos versos fueron dedicados por Miguel Hernández a su difunto amigo Ramón Sijé. Como yo de insigne poeta no tengo nada, me limito a decir, de forma mucho menos lírica, que hay noticias que hacen que me duela no el costado sino los huevos. Setenta y cinco millones de euros dedica la sanidad pública a tratamientos paliativos para el dolor de espalda que, en realidad, no sirven para nada. Propongo que a partir de ahora en Rehabilitación se dediquen a der besitos a los pacientes en la zona afectada mientras salmodian "Sana, sana, culito de rana, si no sanas hoy sanarás mañana". Es igual de inútil pero resulta mucho más económico y, además, da un toque personal a la atención médica y despierta la nostalgia de los pacientes, algo que podría ser potenciado por el reparto de magdalenas caseras. ¡Viva la esfinterbatracoterapia!
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