lunes, 23 de abril de 2012

En caso de apocalipsis

Hay gente que tiene mucho tiempo libre y una extraordinaria afición a ofrecer al resto de los mortales lo que no precisamos para nada, desde inventores de la pólvora líquida a perpetradores de ripios siempre han formado parte de la Historia (y son motivo suficiente para afiliarse al Movimiento por la Extinción Humana Voluntaria). Aunque siempre hayan estado aquí, en los últimos años se han hecho mucho más visibles por mor de Internet y tecnologías anexas. Antes, las discográficas, las editoriales, las oficinas de patentes... ejercían de filtro entre el dislate y la sociedad. Hoy, entre lo sublime y lo ridículo no hay más que un paso, el de Calais, el del contador telefónico (y con las tarifas planas ni siquiera eso).

Así la tontuna no encuentra límites. Cualquier memez puede extenderse sin otra cortapisa que la inteligencia del lector, ese bien que resultará tanto más preciado cuanto más escasee en esta sociedad de la telebasura y el balompié como medios de narcosis colectiva. Necesitamos otro Marx (esta vez sí es Karl y no Julius Henry) para que reescriba este párrafo de su célebre artículo periodístico: Das religiöse Elend ist in einem der Ausdruck des wirklichen Elendes und in einem die Protestation gegen, das wirkliche Elend. Die Religion ist der Seufzer der bedrängten Kreatur, das Gemüt einer herzlosen Welt, wie sie der Geist geistloser Zustände ist. Sie ist das Opium des Volks. (La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio de los pueblos.) El suspiro de la criatura oprimida y su opio ya no es la religión sino el contenido alienante de los medios de comunicación.

Y aquí un ejemplo de ¿noticia? que debiera ser objeto de persecución por las unidades de estupefacientes de las Fuerzas de Seguridad. Propongo la creación de otra aplicación que, en caso de apocalipsis zombi indique a los muertos vivientes dónde no encontrarán ni una neurona para alimentarse, en la sede de los medios de comunicación españoles.    

martes, 17 de abril de 2012

El toro y los cuernos

Iba a titular esta entrada coged al toro por los cuernos hasta que imaginé a los lectores americanos pensando que los españoles o nos hemos vuelto locos o hemos desarrollado un alto grado de masoquismo. Ambas cosas son ciertas, pero no hasta el punto de que intentemos tener relaciones sexuales con un toro y, además por el asta, (me duele algo sólo de pensarlo). Aclaro que coger al toro por los cuernos (o por las astas) es una frase hecha que significa enfrentarse resuelta a una dificultad. Es equivalente, por tanto, a poner el cascabel al gato. Pese a la gloriosa tradición literaria de la que deriva esta última expresión (ya sabes: Esopo, Lafontaine...) en España empleamos mucho la primera. No en vano el toro es nuestro animal totémico, lo que en versión hispana significa que es al que torturamos y masacramos con singular deleite (ya he dicho que los españoles estamos como cabras). Aclarado este equívoco (otro día podemos comentar lo que entendemos los españoles ante un titular periodístico peruano o chileno del tipo Mañana se corre la gran polla del Presidente) entramos en materia, la Universidad española.

Que la Alma mater es un descojono lo sabemos todos los que perdimos nuestro tiempo pasando por ella. Después de cinco años puedo asegurar que lo mejor que conseguí fue depurar mi técnica de jugador de mus, (aparte de otros logros que no escribiré por si acaso algún día a mis hijos les da por leer esta bitácora). Por muy satisfactorio que resultara (que lo fue), no parece que sea una meta adecuada para la Universidad ¿no? Pues yo fui de los que más obtuvo de aquella experiencia, así que podéis imaginaros el resto. ¿Fue carencia de medios, de buenos profesores...? Niego rotundamente lo uno y lo otro. Como carrera de Humanidades tampoco precisábamos grandes medios materiales y los que se necesitaban los teníamos (entre otros, una biblioteca borgiana). También había magníficos profesores como Delibes en Prehistoria, Solana en Historia Antigua, Montenegro en Historia Medieval o Martín González en Historia del Arte. ¿Qué falló? El propio concepto de Universidad. Ni el profesor más sabio o mejor motivado puede formar una élite intelectual cuando se enfrenta a una clase con trescientos alumnos de los que el 90% carecía del menor interés en estar allí (con lo que pronto fuimos el 99% los que no sabíamos qué cojones pintábamos en ese aula).

Por supuesto estoy hablando de otra época, antes de Bolonia y casi antes del Diluvio Universal, pero la reciente lectura de un libro demoledor Adiós a la Universidad de Jordi Llovet me confirma mi visión pesimista tanto de la Alma mater como del país en el que vivimos. Lo primero porque es evidente que los males de la Universidad no se han curado con la dieta a base de mortadela pergeñada por los burócratas europeos empeñados en que la Alma mater pierda su sentido histórico para convertirla en una Escuela Industrial y Empresarial de nuevo cuño. Lo segundo porque en cualquier país medianamente coherente la publicación de ese libro hubiera supuesto un escándalo mayúsculo. En España estamos demasiado ocupados en lo que hace Messi o Cristiano Ronaldo como para preocuparnos por minucias como la situación calamitosa de la educación en cualquiera de sus niveles.

Si hoy me sintiera demagogo diría que un buen comienzo sería enviar de vuelta a ambos astros balompédicos a Rosario y Funchal respectivamente y ya de paso hacer lo propio con el resto de deportistas profesionales tanto nacionales como foráneos para así poder emplear la ingente cantidad de dinero público que se dilapida en este ámbito a mejorar la Educación tanto física como intelectual de los españoles. Si España ve un motivo de orgullo en dar patadas a un balón (o encestar, o pilotar un F1, o dar raquetazos, o...) como nadie mientras no se nos cae la cara de vergüenza porque ninguna Universidad española figure entre las 150 más importantes del mundo, es obvio que tenemos un gravísimo problema, el de no saber distinguir lo necesario de lo superfluo.

No obstante, debo confesar que ese ejercicio de demagogia sería inútil porque el principal problema de la Educación en España no es de tipo económico sino del no reconocimiento de una premisa fundamental: La Educación sólo se logra con esfuerzo. Recuerdo que en mis tiempos se emitía una serie titulada Fama. En la cabecera la profesora de baile decía a sus alumnos: Buscáis la Fama, pero la Fama cuesta y aquí es dónde vais a empezar a pagar, con sudor. Alguno debió pensar que como Fama era una serie (horrorosa, todo hay que decirlo) de ficción en el mundo real eso no pasa, que aquí todo se obtiene por obra y gracia del Espíritu Santo sin pararse a pensar que la tercera persona de la Santísma Trinidad no puede otorgar sus favores a nadie porque comparte inexistencia con el Padre y el Hijo.

Así nos hemos ido encontrando con el descenso en los niveles requeridos para promocionar al curso siguiente e incluso para la graduación. Lo importante es que el alumno pase para reducir los niveles de fracaso escolar incluso si no sabe hacer una o con un canuto. El resultado de esa falta de exigencia es obvio, un descenso en aspectos básicos de la Educación como la comprensión lectora, la capacidad de escribir coherentemente... si unimos a ello la autonomización de la Educación el panorama es para echarse a llorar. Alumnos castellanos que conocen hasta los subafluentes del Tormes pero son incapaces de identificar el Danubio en un mapa mudo, que no tienen ni idea de la historia de la Corona de Aragón o de la de Navarra, a los que el Latín o el Griego clásico les suena a chino mandarín, que creen que un silogismo es un insulto... ignorantes de tal calibre que ni siquiera son conscientes de todo lo que ignoran, adormecidos por el mantra oficial de que son la juventud mejor preparada de la historia de España (¿mejor preparada para hacer botellones?).

Nada de todo ello puede ser solucionado por la educación superior. Sencillamente, la pretensión de una Universidad de calidad cuando los niveles educativos inferiores presentan graves carencias es edificar castillos en el aire. Si a ello unimos los problemas que sí son privativos de la Alma mater como la multiplicación de sedes universitarias sin sentido alguno (hoy existen setenta y nueve, son el triple del número de Universidades que históricamente había en España), los criterios de amiguismo a la hora de seleccionar a los profesores universitarios, la masificación consecuencia de considerar que la Universidad es una mera prolongación de la Educación obligatoria, la ausencia de un verdadero espíritu de investigación...

Por todo ello cuando leo noticias como ésta no sé si prorrumpir en llanto o en risa. La Universidad no precisa de comisiones de expertos. Lo que necesitamos es una reforma educativa a todos los niveles y cuanto antes mejor.

P.S: Justo después de escribir esta entrada encuentro esta noticia. Más madera...                 

viernes, 13 de abril de 2012

Vendemos misterios inexistentes

Una de las tácticas habituales en los mercachifles de lo paranormal consiste en presentarse como investigadores rigurosos porque una vez dieron una explicación racional a un caso de lo más cutre. Nada tengo que objetar a que se dé una explicación incluso a esas manifestaciones supuestamente paranormales que más parecen una astracanada que otra cosa porque en este mundillo nada es lo suficientemente disparatado para no tener defensores (véase el caso de los (sic) caras de Bélmez, como ejemplo). No obstante, basta con leer (escuchar o ver, según el caso) la explicación que dieron en su día para comprobar que incluso entonces estaban vendiendo su moto bien mediante la contraposición entre ese caso explicado y otros supuestamente auténticos, bien porque se deja la puerta abierta a que pese a la explicación racional haya algo inexplicable en el fondo. Sólo así se explica que haya investigadores pranormales que sigan dado carta de naturaleza a la Ufología pese a que los casos explicados y los inexplicados (que no inexplicables aunque haya cierta tendencia en este mundillo a confundir ambos términos) presenten idéntica fenomenología o que haya investigadores paranormales que crean en los poderes de Uri Geller.

La investigación paranormal presenta frecuentemente estas falencias de igual forma que la investigación escéptica tiene tendencia a incurrir en sus propios errores que a veces son contrapuestos a las equivocaciones de los investigadores paranormales (por ejemplo, si éstos incurren en el error que Félix Ares llamó la falacia del residuo, es decir, si el 95% de los casos OVNIs han sido explicados sin necesidad de aceptar la existencia de naves extraterrestres pretendemos que lo importante es el 5% que permanece inexplicado... pese a que la casuística sea idéntica en unos y otros casos; aquélla incurre en el error de excesiva generalización, por ejemplo me he encontrado con sedicentes escépticos que afirmaban que como sucede con otros ooparts tales como las figuras de Acámbaro o las piedras de Ica, las llamadas pilas de Bagdad o el mecanismo de Anticitera son falsificaciones) y en otras ocasiones son equiparables, por ejemplo el seguidismo del pope de turno sin pararse en barras en si su discurso está suficientemente justificado, no lo está o si incluso es una gilipollez como un piano (error que siendo el mismo es más grave cuando lo cometemos nosotros que para eso denunciamos el argumento de autoridad como la falacia lógica que es aunque a veces se nos olvida y hablamos de crear referentes y de que todos necesitamos fuentes de las que fiarnos. Καὶ σὺ τέκνον, Luis Alfonso;).

Aunque estas falencias aparecen frecuentemente en este mundillo, dado que son fruto de dos actitudes muy humanas, la de preferir vencer a convencer, y la del mínimo esfuerzo, no son privativas. El periodismo también ofrece muestras de contagio.Cada día son más frecuentes, por ejemplo, los titulares llamativos que son desmentidos por la propia noticia. El último ejemplo, por ahora, lo puedes encontrar en este pleonástico titular: ¿Un monolito de piedra en Marte? y en esta entradilla demencial: Para muchos, la roca prueba la existencia de una antigua civilización marciana, aunque varios investigadores afirman que no existe misterio alguno.

Por de pronto ¿existen monolitos de regaliz? Ya sé que a alguno hay que explicarle que el griego también es un idioma e, incluso, que hay algo que se llama diccionario etimológico y que los periodistas, también los de la sección de Ciencias (¿De verdad? No jodas...), pueden emplearlo con provecho, pero ¿es necesario desvelar la existencia del diccionario de la RAE? Como parece que sí, que es preciso, buscamos monolito y encontramos:

(Del lat. monolĭthus, y este del gr. μονόλιθος).
1. m. Monumento de piedra de una sola pieza.

Definición absolutamente obvia porque eso es lo que significa  μονό (una) λιθος (piedra). Si hacemos de tripas corazón y sobrepasamos este puntos nos encontramos con el monolito convertido en una mera roca que parece rectangular por el pixelado de la foto. Vamos, un misterio de lo más misterioso...
  

martes, 3 de abril de 2012

Sopa de dinosaurios

Aunque alguna se me escapa, la Semana Santa es un periodo gozoso para la errata o el gazapo periodístico aunque tal vez no sea conveniente la denominación de gazapo porque como en el microcuento de Augusto Monterroso el dinosaurio todavía estaba allí.. aunque no debiera. Comprobad como alguno ve dinosaurios hasta en la sopa. El titular Los dinosaurios que explotan después de muertos no ha lugar puesto que está hablando de ictiosaurios que como sabe todo el mundo ajeno a la sección de Ciencia (o algo así) del diario ABC no son dinosaurios. ¿Algo más? Sí, este párrafo:
"Los investigadores llegaron a esa conclusión tras comparar las emanaciones de gases de cien cuerpos sin vida de otra criatura de similares dimensiones: el ser humano."

Shastasaurus sikkanniensis, por ejemplo, es una de las especies que pertenecen al orden de los ictiosaurios. ¿Tenía unas dimensiones similares al del ser humano? Pues no, al menos nadie que yo conozca porque llegaba a medir 21 metros de largo. En el extremo opuesto tenemos a Chaohusaurus que no llegaba al metro y pesaba unos 10 kilos. Vamos, que ni siquiera unos ictiosaurios tenían similares dimensiones a las de otros ictiosaurios como para aceptar que la comparación con el ser humano es procedente además de resultar un experimento de lo más macabro.