miércoles, 4 de enero de 2012

Creencias ¿inofensivas?

Primero, la noticia y su simplicidad brutal; ahora reflexionemos sobre ello. Una de las cosas que más me divierten como escéptico es la crítica que nos hacen basándose en que supuestamos pretendemos imponer a la gente el qué deben pensar. Por supuesto, como escépticos sabemos que eso es imposible, nadie puede obligarte a pensar de una manera determinada. Es más, ni siquiera nadie sabe qué es lo que piensas más allá de lo que tú mismo manifiestes. Por si lo has olvidado, nosotros somos lo que decimos que nadie ha demostrado que exista la telepatía, que nadie ha demostrado la eficacia de la publicidad subliminal, que nadie ha demostrado que la hipnosis pueda obligar a un individuo a actuar contra su voluntad...

Tú eres el único dueño de tu mente. Sólo tú decides que parte de tus pensamientos comunicas a los demás. Sólo sobre lo que tú haces público puede producirse una crítica fundada, es decir, ni nosotros ni nadie puede atacar un pensamiento que permanezca como tal. Sólo cuando tú decides qué pasa de la mente a palabras y qué, por tanto, puede ser objeto de controversia. Esto puede parecer sorprendente en esta época en la que está de moda el hacer un strep-tease (el día que la RAE acepte estriptís como ya ha tragado con bluyín y cederrón me descoj... desternillaré) mental continuo a través de las redes sociales, pero tú no tienes ninguna obligación de seguir ni ésta ni ninguna otra moda.

Si como hemos dicho sólo podemos criticar lo que alguien piensa cuando ese alguien lo ha hecho público está claro que no criticamos un pensamiento si no la manifestación de dicho pensamiento que no es lo mismo. De igual forma tampoco es lo mismo lo que tú digas que el comportamiento que exhibas y esto es lo que olvidan los que nos acusan de criticar creencias individuales. No, criticamos manifestaciones (ora como palabras, ora como actos) de esas creencias. Personalmente, el que tú puedas creer que el sacrificar una niña de doce años es mano de santo para garantizar una buena cosecha me trae sin cuidado siempre que te lo guardes para ti mismo. El que manifiestes públicamente esa creencia ya no me resulta indiferente porque siempre corres el peligro de convencer a alguien de tus desvaríos. El que sacrifiques a una niña...

Valga además esta noticia para dar el mentís a los que dicen que las manifestaciones de las creencias que criticamos son inofensivas. Puedo llegar a escandalizarte si te digo que la creencia de este par de hindúes infanticidas no es distinta a la de un agricultor español que exija el sacar en procesión a la Virgen o santo de turno para impetrar la lluvia en caso de sequía; pero en ambos casos coexiste una creencia en seres espirituales, en que esos seres pueden influir en la climatología y, a través de ella, en la fertilidad de la tierra y en que tú, a tu vez, puedes influir en esos seres espirituales con la comisión de unos actos que, en teoría, son gratos a tales personajes. La diferencia, la nada despreciable diferencia, es la naturaleza de tal acto. Por supuesto no es lo mismo matar a una niña que sacar a san Roque en procesión, pero el corpus de creencias subyacentes sí es idéntico y es por eso por lo que algunos criticamos esas manifestaciones de esas creencias que algunos califican de inofensivas... hasta que dejan de serlo.  

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